Características generales de Eleggua/Eshu
La pareja Eleguá y Echu representa la expresión mítica de la inevitable relación entre lo positivo y lo negativo.
Simboliza el elemento aéreo, la iniciativa en los negocios, el comercio, el trabajo, los viajes, los hermanos, los escritos, los idiomas, la mente concreta.
Son personas inteligentes, sociables, adaptables, de mentalidad muy flexible, elocuentes, viajeros, extrovertidos, alegres, inquietos, curiosos, versátiles, convincentes, persuasivos, gentiles, amables y galantes. Son también inconstantes, dispersos, distraídos, intranquilos, charlatanes, mentirosos, indiscretos, infidentes, duales, estafadores, cambiantes, nerviosos, agitados y superficiales.
Es el oricha mayor. Tiene las llaves del destino, abre y cierra las puertas a la desgracia o a la felicidad. Es la personificación del azar y la muerte. Es el portero del monte y la sabana. Es hijo de Obatalá y Yemú. Es el primero del grupo de los cuatro guerreros (Eleguá, Ogún, Ochosi y Ochún). Ningún orisha lo antecede. Por orden de Olofi es saludado y come antes que los otros santos. Tiene 21 caminos al igual que sus caracoles. Es amigo y protector de Ochún.
Sus días son el lunes y el martes y todos los que caigan en 3.
Su receptáculo es un Güiro o freidera de barro.
La piedra que se manda a buscar depende del camino que marque la letra: puede ser la loma, el río, el bosque, etc. Y puede ser de diferentes formas, pero siempre de aspecto humanoide. Generalmente tres cauris figuran los ojos y la boca. Debe situarse detrás de la puerta y en contacto con el piso. Eleguá lleva cualquier tipo de elementos naturales, pero se emplean en dependencia del camino. También se representa en un coco seco.
A Eleguá se le atribuye todo tipo de objeto utilizado en juegos infantiles, papalotes, pitos, bolas, soldaditos, también todo tipo de llaves, machete, garabato, sombrero de guano, artes de caza y pesca, pepitas de oro y monedas de plata, palos de monte, bejucos, escopetas y cananas, tarros de venado, cocos secos decorados, porrones y tarros de chivo.
Los collares son matipó de color rojo y negro, que representan la vida y la muerte, el principio y el fin, la guerra y la tranquilidad, lo uno y lo otro.
Viste una chaquetilla, un pantalón ceñido en la rodilla y un gorro rojo, grande como el típico de los cocineros. Todo en rojo y negro. En ocasiones, las patas del pantalón son rojas y negras o, en ambas, listas alternas. Tanto la chaqueta como el pantalón y sobre todo el gorro suelen estar adornados con cascabeles, cuentas y cauris.
Se le ofrenda aguardiente, tabaco, maíz tostado, coco, pescado ahumado, bollitos, jutía ahumada, manteca de corojo, velas, dulces de todos los tipos (raspaduras, coco acaramelado, etcétera), caramelo. Una ofrenda muy especial es colocarle una cabeza de jutía o sacrificarle un ratón.
Los animales son chivos y chivitos, pollitos (negros, jabaos y rojos), pollos y gallos, ratones, jutías, venados, jicoteas, y en algunos tipos de Eleguás, palomas (dos). Su mensajero es el ratón.
En el baile cuando este oricha se sube, corre a situarse detrás de la puerta, que es su lugar ritual. Brinca y se agita como un chiquillo, hace muecas y mima juegos infantiles, como empinar un papalote y bailar un trompo. Le hace bromas a los espectadores, se va y luego regresa, no deja de hacer monerías, algunas de las cuales pueden ser eróticas. Siempre se le entrega un garabato con el que representa apartar la maleza, subrayando su papel de abrir los caminos. Frecuentemente baila en un solo pie y dando vueltas, en lo que parece ser una alegoría del remolino.
En general podemos decir que el carácter burlón e infantil con que se representa a Eleguá pretende imitar los inesperados virajes del destino, las alternativas, unas veces felices y otras desgraciadas, de la suerte. Eleguá personifica ese carácter totalmente impredecible del azar, que nos abre y nos cierra los caminos arbitrariamente y que, en tantas ocasiones, también parece burlarse de nosotros. Se le dedican tres toques en el Orú del Eyá Aranlá.
Las aflicciones de las que protege son los accidentes, riñas, muertes por hemorragias incontenibles y, también, las provocadas por traiciones, agua en la sangre, penas y miserias.